Aprovechando el viaje a Ceret, me desvíe a tierras navarras para conocer por fin los “sanfermines”, y todos los malos presagios se confirmaron.
Con los tendidos abarrotados, los alguacilillos hacen el despeje de plaza entre vítores, a una velocidad que ni Fernando Alonso (con lo bonito que es hacer las cosas despacito) pero es que con la misma velocidad se van y ya no vuelves a verlos, con lo que los peones le pueden dar las vueltas que quieran a los toros después de la estocada, entre otras maldades y resabios taurinos.
Y ya empieza el ruido (ruido, mucho ruido que cantaba Sabina) ensordecedor que no para hasta que el último de los mozos sale por la puerta.
Unos cantan el mismo repertorio de siempre (les aconsejaría que se pasaran por Cádiz, dónde las agrupaciones hacen letras nuevas de sus pasodobles todos los años) otros bailan con buen ritmo, eso sí, se lo tienen currado y los menos están de espaldas al ruedo, supongo que organizando el cotarro. Podría caer una bomba en los medios que no se enterarían, entre otras cosas porque no la escucharían. Por ahí también anda la banda municipal, pero se la podían ahorrar, porque no se oyen sus pasodobles.
No faltó siquiera la bandera de Palestina en los tendidos de sol. Lo compensaba un tanto una pancarta de “La ELA no espera”(olé). Allí canta uno de los mozos gol y aquello se convierte en un estadio de fútbol seguro.
Llegué a vislumbrar una especie de performance de un par de señores vestidos de faralaes, pero para performance la que haría después Colombo en sus toros con las peñas del sol.
Joselito quiso hacer las plazas monumentales para que fuera más gente a los toros, pero no sé qué pensaría el gran JOSÉ de muchos de los que estaban ayer en los tendidos de sol.
En esta plaza es imposible abstraerse del ruido, se te mete en la cabeza y no se me ha quitado el pitido hasta Santa Justa. Curro Romero la llamaba plaza de tambores, pero es que se quedaba corto.
El nivel de conocimientos taurinos del público asistente es inversamente proporcional al del ruido, delante mío se llegó a aplaudir a Escribano por un par de banderillas en el que no dejó ninguna sobre el lomo del animal, pero la verdad sea dicha, en esto no está tan lejos de Sevilla.
Y si todo esto fuera poco, en lo estrictamente taurino, se unió una miurada infame (otra más) sin fuerza, sin casta y sin nada dentro. Sinceramente no sé qué están haciendo los Miura con la ganadería ahora mismo, pero deben volver al paso anterior, se lo rogaría encarecidamente. Animales que daban más pena que miedo, que rodaban continuamente por la arena, que no se revolvían buscando al torero. En fin, un desastre. Espero por el bien de todos, se pueda reconducir la situación. Es una pena que se pierda de esta manera un símbolo de la tauromaquia cómo es Miura.
Y en cuanto a los toreros, para no desentonar con la ganadería, estuvieron también por los suelos (nunca mejor dicho en esta plaza) aunque no se cayeran.
Manuel Escribano, no sé qué le pasa, pero este año no da una a derechas. El espectáculo del tercio de banderillas del cuarto fue dantesco, con numerosas pasadas en falso y pésima colocación de los garapullos, además de la incapacidad del peón de colocar bien al astado donde quería su matador, pero eso sí con buena capacidad atlética para saltar varias veces al callejón de cabeza huyendo del Miura.
Y con la muleta, pues despegado y sin arriesgar. Tampoco anda fino con la espada.
De Damián Castaño, lo mejor que se puede decir es la media lagartijera con la que despeñó a su primer toro, que sí la hubiera dado en San Agustín de Guadalix, otro gallo le hubiera cantado y en su segundo después de dar algún buen natural mientras que el toro no se le caía y la gente botando sin hacerle caso, se tuvo que tirar de rodillas para mendigar el aplauso fácil. Con la espada en este volvió a la rutina.
Y llegamos a Jesús Enrique Colombo, el nuevo ídolo de Pamplona. Con el capote es nulo, con las banderillas espectacular porque da un brinco enorme para clavar…..a toro y así suma y sigue.
José Luís MIGUEL
Abonado
DESVENTURAS DE UN ABONADO DE SEVILLA EN LA MIURADA DE SAN FERMÍN 2025
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